
RESEÑAS
La Unión Soviética desapareció de la escena internacional en unas pocas semanas del año 1991 y, con ella, el imperio territorial que bajo las consignas del marxismo-leninismo había sido creado en 1917. La Federación Rusa se tiene a sí misma por la heredera legítima y a todos los efectos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, cuyo tránsito hacia la nada sigue siendo recordado con dolor y nostalgia por no pocos, y alienta esperanzas de recuperar lo perdido ?territorio e influencia? en la medida en que el tiempo y las oportunidades lo permitan. Sobre todo ahora, cuando la bonanza energética permite a los inquilinos del Kremlin un margen de maniobra impensable en el harapiento conglomerado en que había terminado por convertirse la segunda de las superpotencias.